Manejo de la recarga de acuíferos: un enfoque hacia Latinoamérica
        
        
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          la Ciudad de México se encuentra un acuitardo arcilloso con espesor que varía alrededor de los
        
        
          50 m, mientras que el acuífero somero alcanza profundidades mayores a 800 m y en él se encuentran
        
        
          pozos con profundidades que oscilan entre 100 y 400 m (Conagua, 2015). El valle de México se
        
        
          caracteriza por estar constituido por materiales volcánicos (lavas y piroclásticos) intercalados con
        
        
          aluviones, cubiertos en la parte central del valle por arcillas lacustres. Los volcánicos pertenecen
        
        
          al Terciario y Cuaternario; los aluviones al Cuaternario y las arcillas lacustres son de edad reciente.
        
        
          La ZMCM se encuentra limitada por elevaciones topográficas de origen volcánico, como son la sierra
        
        
          de Guadalupe, al norte, la sierra Las Cruces al poniente, la sierra Chichinautzin al sur, el volcán del
        
        
          Ajusco al suroeste y la Sierra Nevada al oriente. Dentro del valle existen algunos aparatos volcánicos
        
        
          aislados, siendo los principales los que forman la sierra Santa Catarina, además de algunos otros
        
        
          que aparecen en forma aislada, como son: el peñón del Marqués, el peñón de los Baños y el cerro
        
        
          de La Estrella.
        
        
          Lo que ahora constituye el valle de México, antiguamente drenaba hacia el sur. Las corrientes
        
        
          superficiales que circulaban en dicha dirección fueron interrumpidas por la salida de productos
        
        
          volcánicos a través de conos, que dieron origen a la sierra Chichinautzin. Ello dejó al valle de
        
        
          México sin drenaje hacia el exterior, razón por la que se acumuló agua en su parte central, formando
        
        
          los lagos de Zumpango, Texcoco, México, Xochimilco y Tláhuac. Los materiales que constituyen
        
        
          el subsuelo del valle de México corresponden a una intercalación de productos volcánicos tales
        
        
          como lavas, tobas y cenizas, que incluyen materiales granulares transportados por ríos y arroyos
        
        
          provenientes de las partes topográficamente altas. Cubriendo a dichos materiales y en espesores
        
        
          variables, se encuentran arcillas y arenas finas, producto del sedimento o azolve de los antiguos
        
        
          lagos.
        
        
          De acuerdo con Domínguez-Mariani
        
        
          
            et al.
          
        
        
          (2015), el territorio de la Delegación Iztapalapa (lugar
        
        
          donde se ubica la zona de recarga) está morfológicamente compuesto por una planicie constituida
        
        
          por depósitos arcillosos lacustres, que estructuran un acuitardo que sobreyace a los materiales
        
        
          acuíferos de extensión regional. El acuitardo se define por una serie de elevaciones topográficas de
        
        
          diferente altitud, por lo que representa un área de recarga potencial al acuífero, debido a que está
        
        
          conformado de materiales volcánicos de buena a alta permeabilidad. En la zona más superficial,
        
        
          los depósitos lacustres poseen espesores que varían de 30 a 60 m, proporcionando confinamiento
        
        
          al acuífero subyacente en su parte superior. Tienen una composición limo-arcillosa y los depósitos