Atlas de vulnerabilidad hídrica en México ante el cambio climático - page 13

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Atlas de vulnerabilidad hídrica en México ante el cambio climático
sociedad, dado que son las características internas de los elementos expuestos a
las amenazas las que los hacen propensos a sufrir mayores o menores daños al
ser impactados por éstas.
Esta investigación se ha desarrollado en aras de aportar elementos de análisis
sobre los niveles de vulnerabilidad que padecen los municipios de nuestro país,
así como brindar datos que sirvan de insumo para implementar programas y
acciones orientados a la reducción de la vulnerabilidad social frente a eventos
meteorológicos extremos. El estudio tiene como objetivo generar información
sobre la vulnerabilidad social mediante la construcción de un índice de vulnerabilidad
social en el país, con una escala de análisis que aborda el ámbito de municipio.
Conceptualizando la
vulnerabilidad social
Tanto la literatura académica como los informes de agencias internacionales
donde se aborda el tema de la vulnerabilidad, parten de la premisa de que las
variables económicas no son suficientes para entender dicha condición y tampoco
diseñar políticas dirigidas a mitigarla y bloquear los mecanismos que promueven
su reproducción intergeneracional. Autores como Moser
et al.
(2008), Adger
(2003), Kaztman (1999), Filgueira (1998), Pizarro (2001), Blaikie
et al.
(1998),
Busso (2001) y Macías (1992), entre otros estudiosos del tema, desde sus
respectivos campos de investigación coinciden que el crecimiento económico
per se no produce, necesaria y linealmente, desarrollo social, y recuerdan que las
instituciones y el sistema social son elementos fundamentales para el acceso
a los beneficios económicos y otros recursos que son básicos movilizar para la
reducción de la vulnerabilidad.
La construcción del concepto “vulnerabilidad social” integra nociones de la
sociología, economía, ciencias políticas y antropología, y por ser un concepto
que transita entre las fronteras de distintas disciplinas, representa un avance en
el intento por construir nuevas categorías de análisis para entender y explicar
las causas y síntomas de las consecuencias sociales de los desastres. Además
de su importancia teórica, dicho concepto tiene un relevante valor político, por
constituirse una base operativa para el diseño de políticas sociales y de cambio
climático. Si bien se reconoce ampliamente la riqueza del enfoque de vulnerabilidad
para la interpretación de forma más nutrida de la problemática de la desigualdad
social, también se tiene claro que dicho concepto se encuentra en proceso de
construcción teórica y operativización metodológica.
Filgueira (2001) hace un aporte relevante a la comprensión de la vulnerabilidad
social, al deslindarlo de la dicotomía pobre-no pobre, y propone una dinámica de
configuraciones vulnerables, susceptibles de movilidad social descendente, las
cuales pueden encontrarse en sectores marginados o no
1
. Desde la perspectiva
del mencionado autor, la vulnerabilidad social es una condición negativa resultante
de la intersección de dos conjuntos: a) uno a nivel “macro”, relativo a la estructura
de oportunidades, y b) el otro, a nivel “micro”, referido a los activos de los actores.
Kaztman (1999) coincide con Filgueira al referirse al nivel de vulnerabilidad de
un hogar como su capacidad para controlar las fuerzas que lo afectan, las cuales
dependen de la posesión o control de activos; es decir, de los recursos requeridos
para el aprovechamiento de las oportunidades que brinda el medio en que se
desenvuelve. El enfoque de género explicita que, en la mayoría de los casos, los
hombres tienen el control de los activos, lo que los habilita a acceder a mayores
oportunidades que las mujeres.
Con relación a la primera variable contenida en el concepto “vulnerabilidad
social”, las “estructuras de oportunidades” se definen como probabilidades de
acceso a bienes, servicios o al desempeño de actividades. Estas oportunidades
inciden sobre el bienestar de los hogares y están estrechamente vinculadas entre
sí, de tal suerte que el acceso a determinados bienes, servicios o actividades
provee recursos que facilitan, a su vez, el acceso a otras oportunidades. La
estructura de oportunidades proviene del mercado, del Estado y de la sociedad.
Tradicionalmente, el mercado ha sido considerado como uno de los principales
asignadores de recursos. De hecho, existe un consenso generalizado sobre
la conveniencia de concentrar los esfuerzos nacionales en la creación de
condiciones que permitan el funcionamiento eficiente del mercado, como una
condición para aumentar la competitividad nacional en un mundo globalizado.
Dicha propuesta es avalada por los organismos internacionales de mayor
influencia en la elaboración de lineamientos para el manejo de las economías
(Filgueira, 1998; Kaztman, 1999).
El rol que juega el Estado sobre la estructura de oportunidades depende de la
matriz institucional de cada país; cuanto más fuerte sean las instituciones, mayor
será su relevancia en la incidencia sobre la estructura de oportunidades. El Estado,
a través de su impacto en la producción, distribución y uso de activos, facilita el
acceso a los canales de movilidad e integración social. Las funciones del Estado
se relacionan con facilitar un uso más eficiente de los recursos ya disponibles
en el hogar, proveer nuevos activos o regenerar aquellos agotados. Además, el
Estado es un agente clave en tanto regulador de las otras dos esferas —mercado
y sociedad— y por su rol vinculante entre las mismas.
La sociedad, mediante diferentes formas de asociación (sindicatos, corporaciones
empresariales, movimientos sociales orientados a incidir en la toma de decisiones,
entre otros) y redes de interacción, puede ser señalada como una tercera fuente
de alteración de la estructura de oportunidades (Filgueira, 2001; Kaztman,1999).
El segundo nivel de variables del concepto “vulnerabilidad social” está conformado
por los activos de las personas. Los activos se refieren a la posesión, control o
movilización de recursos materiales y simbólicos que permiten al individuo
desenvolverse en la sociedad. Ello involucra capital físico
2
, financiero
3
, humano
4
,
social
5
,
natural
6
,
político
7
y cultural
8
. Conceptualizar, comprender y analizar la
formación, uso y reproducción de los capitales para el estudio de la vulnerabilidad
social son elementos clave en la definición de las posibilidades de construir
procesos tendientes a minimizar la vulnerabilidad y crear situaciones dinámicas de
bienestar (Filgueira, 2001).
Según Busso (2001), las condiciones de vulnerabilidad se refieren a la capacidad
de respuesta de las personas, hogares o comunidades, resultante de la relación
entre el “entorno” y el “interno”, como consecuencia de la exposición a algún tipo
de amenaza. El autor aclara que el “entorno” ofrece un conjunto de oportunidades
vinculadas a los niveles de bienestar a los cuales se acceden en un determinado
territorio y periodo de tiempo. Lo “interno” enfatiza la cantidad, calidad y diversidad
de los recursos, activos o capitales que pueden ser movilizados para enfrentar la
amenaza, lo cual hace referencia directamente a la “capacidad de respuesta” de
las personas, hogares o comunidades.
Blaikie
et al.
(1998) proponen que la vulnerabilidad es una combinación de
características de una persona, hogar o comunidad expresadas en relación con
la exposición a una amenaza derivada de su propia condición social y económica.
Las mujeres tienen tanto capacidades como vulnerabilidades, y muchas de éstas
son distintas a las de los hombres; es decir, existe una construcción social de
vulnerabilidades y capacidades de género desiguales y jerárquicas, que otorgan
privilegios mayores a los hombres y que no reconocen ni valoran la aportación
femenina (Diaz, 2010).
El aporte de Blaikie a la construcción del concepto “vulnerabilidad” consiste
en la afirmación de que las amenazas no son naturales, sino son los sistemas
sociales y políticos que crean las condiciones en las cuales las amenazas tienen
un impacto diferencial sobre diferentes grupos dentro de las sociedades. Según
el autor, la naturaleza forma parte de la estructura social de la sociedad, a través
de la utilización de los recursos naturales para las actividades económicas, y las
amenazas están entrelazadas con los sistemas humanos al afectar los activos y
medios de vida de las poblaciones.
De esa manera, no se puede plantear la vulnerabilidad en general, sino el concepto
debe estar siempre acompañado con la pregunta: ¿vulnerable a qué? Es decir, la
vulnerabilidad, al contrario de la pobreza, se construye y manifiesta en el contexto
de una amenaza real. Este planteamiento lleva a una conclusión importante,
relativa a que las personas serán vulnerables en diferentes grados a diferenciadas
amenazas, de tal suerte que una persona puede ser vulnerable a la pérdida de
propiedad o de la vida por causa de inundaciones, pero no manifiesta vulnerabilidad
ante fenómenos de sequía (Blaikie
et al.
, 1996).
Macías(1992)serefierealtérmino“vulnerabilidad”comoelgradodesusceptibilidad
de recibir daños por parte de un grupo social frente a un fenómeno desastroso,
aunado a su capacidad de recuperación. El autor hace hincapié en la condición
dinámica de la categoría, en tanto se refiere a la capacidad de modificación de una
determinada condición a otra, posterior al daño recibido. Coincide con Blaikie
et al
.
(1998) al rescatar los contenidos temporal y espacial implícitos en el concepto,
donde se manifiestan las condiciones generadoras de la situación susceptible.
1. El autor abunda en el tema dando algunos ejemplos que dilucidan su proposición:
“La condición determinada por la maternidad adolescente, de la madre a cargo
de la familia monoparental, los sectores de trabajadores desplazados por la
obsolescencia de sus saberes específicos, las parejas jóvenes con hijos en edades
inferiores a los 10 años, o los jóvenes que no estudian ni trabajan, son tan sólo los
ejemplos de ciertas configuraciones que dan lugar a una conceptualización que
observa el fenómeno del bienestar social desde una perspectiva intrínsecamente
dinámica.” (Filgueira, 2001:7).
2. El capital o activo físico incluye infraestructura como viviendas, animales,
maquinarias, transportes, herramientas, etcétera.
3. El capital o activo financiero incluye ahorro monetario, créditos, acciones, bonos
y otros instrumentos financieros de uso habitual en el sistema financiero formal e
informal (Busso, 2001).
4. El capital o activo humano se refiere a los recursos de que disponen los hogares en
términos de cantidad y calidad de fuerza de trabajo del hogar y el valor agregado
en educación, salud, acceso a la información y capacitación de sus integrantes
(Busso, 2001).
5. El capital o activo social se refiere a un atributo colectivo que incluye relaciones,
lazos de confianza, reciprocidad, redes, etc. A diferencia del capital humano, que
se refiere a personas, el capital social se ubica en el ámbito comunitario (Busso,
2001). Por ser un activo de extrema relevancia para la recuperación de los
desastres, se ahondará más adelante en dicho concepto.
6. El capital o activo natural se refiere a fuentes de agua segura, tierras productivas,
bosques y todos los recursos naturales que los habitantes usan para su producción
y reproducción social.
7. El capital político se asocia con la relación entre las instituciones y organizaciones
que tiene la comunidad.
8. El capital cultural está constituido por las costumbres, tradiciones y creencias que
identifican a un grupo de personas como comunidad. Es la forma en que la gente
ve el mundo y define cuáles cosas tienen valor, qué se da por hecho y cuáles cosas
percibimos como posibles de cambio (Gutiérrez y Siles, 2008).
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