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La cuenca del río Usumacinta
desde la perspectiva del cambio climático
Marco conceptual: adaptación
De acuerdo con el Panel Intergubernamental de CC (IPCC, 2012),
la adaptación se refiere a los procesos de ajuste en los sistemas
humanos o naturales como respuesta a estímulos climáticos
proyectados o reales, o sus efectos, que pueden moderar el daño o
aprovechar sus aspectos beneficiosos. De esta manera, las medidas
de adaptación pueden ser un enfoque, un proceso o un plan para
atender los efectos anticipados de estrés climático (Smit
et al
.,
1999). La adaptación puede incluir iniciativas o actividades que
se realizan para reducir la vulnerabilidad de riesgos existentes o
potenciales, y acciones para construir y fortalecer las capacidades
adaptativas de individuos o grupos (Adger
et al
., 2005).
Para una población, la adaptación implica aprender de las
experiencias pasadas que han funcionado o no para enfrentar
riesgos en circunstancias parecidas (Engle, 2011). Se considera
que las medidas de adaptación que usa la sociedad parten del
impacto del medio, de manera inversamente proporcional a la
complejidad tecnológica que usa la sociedad para modificar el
medio (Moran, 2008, Adger
et al
., 2005). Así, la adaptación es
un fenómeno social con implicaciones en todos los ámbitos de
la vida cotidiana actual y futura del ser humano, y forma parte
de los procesos culturales, políticos y socioeconómicos. En la
adaptación, la tecnología modifica el ambiente, pero es en el
ámbito social donde se gestan las herramientas y la identificación
de asuntos ambientales que tienden a modificarse.
En un contexto local o regional, las medidas de adaptación tienden
a disminuir el impacto del medio sobre el comportamiento
social a través de respuestas de complejidad tecnológica creciente
(Moran, 2008). Por ello, se considera que las capacidades de
adaptación pueden ser construidas cuando son casi inexistentes,
o bien fortalecidas, cuando existen conocimientos, experiencias
